lunes, 16 de agosto de 2010

El crimen perfecto

Su sangre se esparcía cada vez más por la vereda de Ramón Falcón, el cuchillo que atravesaba su pecho sin razón era de un metal apropiado para matar apenas tocaba la piel de una persona y su mango estaba hecho de roble, uno de los elementos más caros en ese entonces. Yo sabía que la vida de mi querido amigo estaba en peligro, desde que él conoció al señor Thomas, un hombre ingenioso, audaz y que con solo verlo a los ojos podías ver la maldad en persona.

El señor Samuel, mi querido amigo, tenía una empresa de ganado, donde vendía vacas, ovejas y cada tanto algunos caballos. Pero si bien parece un trabajo muy sencillo, implica muchos acuerdos por el lado de la venta, hasta algunos sobornos. Por este motivo Samuel cada tanto se metía en algunos problemas y yo debía ayudarlo para que no le pasara nada. Pero esta vez le fallé.

ÉL desde chico quería poner un restaurante con su nombre, pero como su padre había trabajado toda su vida en el campo tuvo que seguir sus pasos.

Una mañana común y corriente yo había ido a visitar a mi amigo un rato porque mi trabajo había finalizado para esa hora. Samuel estaba dándole de comer a las vacas, cuando de repente escuchamos el sonido de un caballo acercándose. Fuimos hasta la puerta y junto a ella había un hombre no muy grande con un caballo negro a su lado, el hombre sin ningún problema se presentó. Se llamaba Thomas y a simple vista parecía un campesino de no muy lejos. Habló con Samuel y le dijo que tenía interés de comprar todo el ganado. Samuel no estaba muy seguro de la propuesta de este hombre, si vendía todo su ganado se quedaba sin trabajo, no le parecía buena idea y menos a mi. El hombre se dirigió a su caballo y sacó se allí un maletín negro y opaco, se acercó nuevamente hacia nosotros y lo abrió. Había solamente folletos de comidas, me pareció una tontería cambiar ganado por folletos, pero Samuel puso cara de asombro como si hubiera visto un cohete despegar. Thomas miró sonriente a mi amigo y le dijo que él podía construirle un restaurante donde Samuel quería, que lo pagaba todo y que solamente quería algo a cambio: su ganado. Samuel empezó a ver lo folletos, me miró y sin pensarlo aceptó la propuesta. No me convenció la decisión de mi amigo en absoluto, ese hombre no me dio buena espina desde un principio, ¿cómo sabía que el restaurante era el gran sueño de Samuel?, esto no me había gustado nada.

Era lunes y el restaurante supuestamente iba a estar listo en una semana para que Samuel lo pudiera estrenar, sin embargo Samuel se halló muerto un domingo a la mañana.

Cuando quise ir con mi equipo hacia la estancia donde estaba mi amigo Samuel ya no había quedado nada, sólo la solitaria estancia sin nada dentro.

Después de unos días mis compañeros averiguaron que nunca existió un señor llamado Thomas. El hombre había inventado ese nombre para no descubrir su verdadera identidad. En realidad, él era un ladrón y asesino que ya había matado, cinco dueños de graneros más. Su verdadero nombre era Clemente Román Solá.

Ya han pasado dos años de la muerte de mi amigo y no pudimos encontrar al asesino por ningún lado. Mis compañeros me dijeron que ya era caso cerrado. El hombre no apareció más ni tampoco volvió a molestar.


Denise Garabano

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.